Iluminados por Él

Mientras escuchaba “You”, de Hillsong, pensaba lo grandioso de dejarse llevar por la chispa divina de la inspiración, iluminación, ó como quieran llamarle algunos teólogos.
Pensaba, qué distinta a la oscuridad es la luz del Señor. Y pensaba, qué simple y fácil es perder el rumbo y meterse en tinieblas. Caminar por el valle oscuro es la condición natural de la carne, que tiene un peso mucho más denso que el etéreo espíritu del hombre.


Un mal pensamiento, una mala palabra, una tentación rondando en mi cabecita, un pecadito, y un terrible pecado…es como si me pusieran escamas sobre los ojos y quedara ciego, como Pablo en camino a Damasco. Es fácil perder el rumbo. En realidad es tan sencillo que parece natural en este mundo ciego, caminar como un ciego más. En todo caso, como dice el dicho, en el país de los ciegos, el “tuerto” es rey.
El que peca como costumbre, el que su tentación es una cosa cotidiana con la cual jugar a ver quién vence a quién, se siente “rey”, se siente “salvo y seguro”. El hijo de Dios sabe que la promesa del Padre no se rompe, la salvación dependió siempre del sacrificio de Cristo, y no hay cosa por la cual la podamos perder.

Entonces, como si hubiéramos recibido un salvoconducto para pasear por caminos peligrosos, tranquilamente transitamos las sendas oscuras sabiendo que el perdón está asegurado. Que, de última “rendiremos cuentas solamente a Él”…qué liviano, mi amigo/a…NO hay temor de Dios en nosotros?. Muchas veces nuestros actos dicen quen NO lo hay.

La Palabra también dice que “el que sabe hacer el bien y no lo hace, le es pecado”. No se puede ser indiferente frente a la oscuridad y decirse uno mismo; “bueno, me voy a meter…siempre habrá momento para rescatarme…voy a darme algunos placeres de este mundo, probaré cosas prohibidas para mí que soy santo, saldaré cuentas pendientes con mi pasado, cosas que no hice, gustos que no me di…y luego si me queda tiempo me dedicaré, de última, a ver si la luz es tan atractiva como la pinta el mismo Dios”.


No podemos ser tan simplones como para decirnos a nosotros mismos “rendiremos cuentas solamente a Él”, escribo, nuevamente. El que nos creó en luz nos quiere justamente allí, en la luz. Es una demanda, es una obligación, Él es el Padre, el Creador, el Restaurador de nuestra vida, pero también es nuestro Señor, es el Soberano. Él nos puso en un lugar altísimo para que brilláramos, para que seamos guías, luces, faros que lleven a los caídos al camino de la Luz divina.

Deberíamos ser un resplandor incandescente, tener un brillo sensacional, ser como una aurora boreal en medio de la noche, como un sol que no se oculta nunca allá en el polo. Ser inspirados, iluminados, trae un gozo a la vida de uno que nada puede reemplazar. Estoy mintiendo?. No es así?. Vos ya lo has experimentado, no podés decir que no. Cuando estás en paz con Dios todo a tu alrededor se ve distinto, diferente, bello aún en lo podrido, en lo absurdo y vacío de esta vida mundana. Cuando caminamos “al lado de tu luz” como dice un coro de Iglesia, sentimos el abrigo y protección de quien nos ama, y nuestra vida es hermosa EN SERIO.  Aún en el más duro padecimiento estamos casi, casi, como Moisés allá cuando bajó  del monte…su rostro resplandecía, y todos se quedaban maravillados de ello. Los que no tienen a Cristo debieran quedar de la misma forma al observar nuestra vida santa. Acaso no atrae?. Si, si lo hace. Qué nos llevó a sus pies en primer lugar?. Casi con seguridad, lo que vimos en aquél que un día Dios utilizó para invitarnos a ir a Él: Paz, luz, resplandor.

Caminemos por la luz. Y poco a poco -  a veces se tarda toda una vida en el proceso – quedaremos “iluminados” de una forma tal que brillemos como lámparas en la oscuridad. Bendiciones para todos.

Santiago 1:17  "Todo lo bueno y perfecto desciende de Dios, del creador de la luz, del que brilla eternamente sin sombras ni variaciones". NBAD.