Las cadenas han caído...libertad!


Cuando la venda por sobre mis ojos cayó - y no fue cuando me entregué al Señor hace unos años, sino mucho después - me dí cuenta no solamente que caminaba en tinieblas aún, sino que conmigo llevaba cadenas. Que las cargaba entre mis brazos, por eso me dolía tanto todo, por eso me sentía cansado, a causa de ello no rendía todo lo que podía, ni como cristiano, ni como esposo, padre, hijo, amigo. Ni física, ni emotiva, ni espiritualmente.

Siendo de esta forma...cometí tantos errores más!.

Qué curioso. Cristo rompió mis cadenas. Y rompió las tuyas. Sin embargo, en mi caso yo he seguido en el cepo. Encarcelado por gusto. He estado entre barrotes por causa de mi propio pecado y error. Cristo tiene las llaves de nuestras amarras, y cuando nos liberta, nosotros tenemos la tendencia incomprensible de recoger esas amarras y cargarlas un largo trecho de nuestra existencia, entre nuestros brazos. A veces las llevamos toda la vida con nosotros, y es así como vivimos una vida a medias ó menos aun, desgastada,agobiada, sufriente,triste, opaca y sin brillo, con apenas una modesta candela encendida allí en el fondo de nuestro ser que de alguna forma indica a los demás que estamos vivos, sin estarlo del todo.

Somos increíbles. Soy increíble. A quién se le ocurriría?. Libres, completamente libres...sin embargo como si nos gustara el dolor, el peso, la herida, acunamos en los brazos aquellos eslabones pesados que conforman nuestras cadenas, y que laceran la vida nueva que nos ha sido dada en Cristo.

Y pesan en serio. Cuánto pecado he arrastrado hasta aquí?. Cuánto resentimiento?. Cuánta ira, insatisfacción?. He decidido continuar ciego en un nuevo mundo lleno de luz para mí.

Decidí seguir en oscuridad cuando la presencia divina del Señor estaba y está iluminandolo todo sin descanso, sin pausa, continuamente. Decidí mantenerme al margen de aquél camino que estaba siendo abierto por Él frente a mí, tropezando por el borde en lugar caminar justo en su seguro centro, haciendo lo mínimo indispensable por mí y por los demás, restándole poder al Señor con mis pesadas cadenas a los brazos.

Cuánto pesan las tuyas?. Te clamo!: dejalas ya... el Señor mismo te libertó, el pagó el precio de tu rescate. Ya no sos más esclavo de todas aquellas cosas tan densas para tu existencia!.

Dejá caer tus vendas, dejá que la luz ilumine tu mundo, te de nueva vista, te quite el peso de encima. Dejá que Dios te cure. No cometas mis errores. No continúes cometiendo los tuyos. Soy cristiano, creyente, hijo de Dios adoptado por gracia, seguramente al igual que vos, que estás leyendo esta nota.

Quiero entregarme por completo y que Él lo haga conmigo. Que me cure. Es el camino de la sanación. No de la salvación. Ya hemos sido salvados y el costo fue terrible. Seamos sanos, sanos de las llagas, de los temores, de las iras, de los deseos malditos, de los pecados escondidos.

Es mi anhelo YA , ahora, mirarme al espejo y por una vez, ser humilde y decir "no puedo". Solo no puedo, te necesito Señor. Necesito tu sanación. Te clamo para que endereces mi senda y hallanes mi camino, que es mi deseo sea TU camino.

Comprendo que es la única manera de hacer propia la PAZ que el Señor me ha ofrecido y regalado "por gracia"; de la cual he escuchado y hablado tanto y que sin embargo nunca tuvo un lugar completo en mi atribulado corazón.

Mientras mis cadenas estuvieran conmigo, mientras la venda estuviera puesta por sobre mis ojos, mientras "yo puedo" pudiera más que el deseo del Señor de ser mi alfarero y rehacer toda mi existencia, no prosperaría nunca en mí su obra. Y qué puedo decir hoy?. Ya está? ahora si? soy tuyo Señor, en cuerpo, mente y alma?...

Será muy atrevido de mi parte profesar algo así?. Solo el que pesa los corazones en su justa medida, y conoce sus intenciones sabe la verdad. De más está escribir toneladas de palabras muy bonitas y elocuentes, si estoy siendo fraudulento, hipócrita.

Pero no lo soy. Qué puedo decir hoy?. Hoy solo puedo exclamar: "Oh, Señor, he comprendido. Tu me has hecho ver. No quiero estas cadenas nunca más pesándome en la vida. Obra en mí como aquel alfarero que cambiará mi ser para siempre, para bien, para honra y gloria tuya. No desmayes conmigo, Señor. Aquí estoy, y vos sabes mi Señor...ahora sí, ahora sí...soy TUYO".

Y se que mis palabras pesarán sobre mis hechos. Qué bueno!. Me alegro de que haya testigos, que talvez un día, utilizados por el mismo Señor vengan a mí y me digan: "ey...vos dijiste tal, y estás haciendo cual..." para así yo poder con la ayuda y fuerza que el Señor me de, mantenerme en la senda, en el camino trazado por Él, dispuesto por Él para mí.

Hoy estoy convencido que ESE es el sendero cuyo fin es Cristo. Poder mirarlo a los ojos un día felíz de verlo, y no avergonzado por mis actos, es una buena meta. La mejor. Señor, probame!. Mirá dentro de mi corazón y hallame recto!. Amén.

Proverbios 16:17 "El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va. ". Juan 14:6 "Yo SOY el camino, y la verdad, y la vida..."

1 comentario:

  1. Es de bendición lo que compartes, efectivamente hay muchos "cristianos" que cargan cadenas aún después de recibir su salvación! Estoy llevándome tu artículo para publicarlo en mi grupo de amigas crsitianas, GRACIAS! DIOS TE BENDIGA!

    ResponderEliminar