Dejando el pasado en el pasado



Cuando Jesús realizó maravillas y milagros, cada una de las situaciones en las que se vio involucrado cambió radicalmente: cuando curó enfermedades, el dolor quedó atrás; cuando revivió muertos, lo irreparable quedó atrás, cuando dio de comer a multitudes, el hambre quedó en el olvido, cuando murió en la cruz, pagó todos nuestros pecados, y ya no debemos nada por ninguno de ellos.

Me pregunto “hasta cuándo”?. Hasta cuándo quedamos “pegados” a las tristezas, a los malos recuerdos, a los dolores?. Si, como bien sabemos, siempre el Señor tiene en marcha la sanación de nuestras heridas y desconsuelos, porqué nos aferramos a lo que nos causa dolor?. Porque tenemos la tendencia a descreer, a restarle poder, a no escuchar su consejo, su consuelo. Porque nuestro dolor es la cosa más importante que tenemos. Es absolutamente nuestro, absolutamente propio, único.
Esta actitud puede resultar en una forma insana de vivir. Cristo quiere, anhela nuestra felicidad. Y nuestra felicidad, como creyentes, se sustenta, se alimenta y nutre, de Cristo mismo. A cada día de vida me dice “bástate el afán de hoy”. Es como si dijera: “es ridículo que te acuerdes de ayer, que arrastres hasta hoy lo que ayer te dolió”. Por cierto, hay pérdidas que generan heridas muy profundas. Esto no es magia y el caos de una crisis no desaparece en un instante. Pero lo cierto es que la solución está aquí, ahora. Puede que, como  una píldora, con su consumo continuo y permanente al tiempo logre su efecto benefactor. En otros casos, funciona como una droga terapéutica que al instante alivia la tensión.

A qué nos aferramos?. Insisto. Nada de lo que hay alrededor es nuestro. Todo es del Creador, todo está en su dominio, nada se escapa de su poder. La gente no es nuestra, ni siquiera los hijos, que son “herencia de Dios”. Solamente tenemos un carácter administrativo en la vida de los demás: utilizamos nuestros recursos, y solo tenemos dos posibilidades: para bien, ó para mal.

Cuál es la intención del corazón?. Sería la pregunta adecuada entonces. Porqué?. Simple. Si nuestro corazón ha querido ser bueno, noble, amoroso, protector, si la virtud anidó en él por el bien de los demás, aun cuando salgan las cosas “muy mal”, Cristo nos dice que podemos estar tranquilos,  a Él no se le escapa la intención del corazón. Y ciertamente, como éste es engañoso, lo que nosotros pensamos que es el bien del otro puede estar muy lejos de su realidad. Lo que Cristo quiere es acomodar eso en nuestras vidas. No deberíamos tomar “posesión” de las cosas y mucho menos de las personas. El apego a ellas hará que no queramos soltarlas, y que terminemos en una dependencia absoluta sobre la cosa ó el ser. La consecuencia será, cuando por la causa que fuera éste nos falte, una catástrofe en nuestra vida.

Aquí debemos reflexionar sobre el pasado. Porque, es cierto. Ya fue!. Lo que ocasionó nuestro dolor duró un instante, un tiempo definido, pero ya pasó!. Incluso en la peor de las enfermedades, en la parálisis, en la pérdida de un ser amado, un matrimonio, lo que fuera, ya pasó. Nuestra nueva meta debería ser recuperarnos, superarlo, aferrarnos a la FE en el Señor y “darle para adelante” con una actitud positiva. Si estás muy enfermo/a: el cielo es la meta!, el dolor es pasajero!. Lo peor sucede en el instante en que tomamos conciencia del daño que recibimos ú ocasionamos. Es cierto, es difícil aceptarlo. Pero hay que superarlo!.

Hay que dejar pasar. Dejar partir. A las personas, al dolor. A veces son personas que causan dolor, todo en un mismo envase, por así decirlo. No son nuestros!. Casi siempre están haciendo lo mejor que pueden hacer por ellos mismos y por nosotros. No hay que culpar. Ó nos pondremos los zapatos de los demás a ver cómo nos aprietan?. Hay que ser positivos, desapegarnos, sacarnos el reloj de la muñeca y vivir aquí y ahora. Y aquí y ahora nos quiere Cristo de forma permanente. Para Él no hay tiempos, para Él no hay imposibles, para Él no hay infelicidad ni dolor eternos, ya que Él mismo abrirá para nosotros las puertas de la casa del Padre, y enjugará “toda lágrima de nuestros ojos”.

Simplista?. Oh, hoy decido ser así. Es mejor ser así. El Señor nos pide que seamos sencillos como palomas. Yo prefiero de una buena vez escuchar su consejo. Dejar el pasado bien enterradito en el pasado. No revivirlo, no atraerlo hacia mi corazón para que me cause dolor. Algún avispado podrá pensar: “eso es negación”. Todo lo contrario. Decido buscar HOY el motivo que me mantenga todo el día en positivo, en alegría, buscando la felicidad aun en el aspecto menos pensado. Dios siempre tiene tareas para nosotros. Una de ellas, y muy importante es: qué puedo hacer por mí, que no sea egoísta, que me haga sentir feliz?. Pues, pienso buscarlo con ahínco, ponerle actitud, ser valiente, y encontrarlo. No me pienso esconder más detrás de la caparazón de “mi dolor pasado”. He visto, he sentido que es ridículo, es perder tiempo, gastar horas de vida en desperdicio.

Seguramente, más dolores vendrán en el camino. Decido HOY que duren lo que un tic tac en el reloj, que no me angustien, que no me derroten. Adelante, con las fuerzas de Cristo. Él puede, nosotros también, a través de Él.

“Todas – TODAS – las cosas obran para bien del creyente”. Es Palabra de Dios. Le creo?. Ó no le creo?. Bendiciones.

1 comentario:

  1. Mariano, sabes que una de las cosas que me motivaron a escribir un blog, fue la situacion de desden que tenia. Yo estaba en un lugar donde trabajaba desde 8 años atras y me terminaron el contrato... eso aunque suena feo no me molesto pero lo que me tenia atrapada era el pasado, los amigos, los compañeros y hasta la familia... luche mucho y fue casi imposible.... dejar el pasado es muy dificil cuando tu estas en una situacion muy mala.

    Me gusta tu publicacion. Ojala puedas visitar mi blog cuando quieras oracion por alguien. Aca nos dedicamos a orar en comunidad por todo lo que dejen escrito alli.

    Un abrazo

    Daniela
    http://enjesucristosomosuno.blog.com

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