Los árboles mueren de pie

"Los árboles mueren de pie". Es el título de una película argentina de los años 50. No entraré en mayores detalles sobre ella, pero, en síntesis, se trataba de una historia de engaños y de irrealidades. Pero, siendo yo de la década del 70, recuerdo muy bien - he utilizado la frase en algunas ocasiones - la "pegada" que tuvo la expresión en nuestra generación.
Se trata de una de esas frases que, queramos ó no, quedan grabadas en algún lugar recóndito de la mente, junto con todo el caudal de información que nuestro extraordinario cerebro procesa y guarda sin que siquiera nos demos cuenta.
Y claro, más de uno trata a toda costa de aferrarse a esos "dogmas" de vida - creencias que no admiten réplicas - cuando las cosas se nos ponen en extremo duras; es decir, aquellas "fórmulas" para vivir que aprendemos por lo que los demás nos dicen, ó vemos en los otros, que quisiéramos imitar a toda costa, porque les han servido a ellos y los han ayudado a salir adelante en situaciones ó tiempos difíciles.
En este caso, es como si esta frase nos obligara a asimilar el concepto de que somos "inquebrantables" y "eternos" - en esta vida - como robles a los que ninguna tormenta puede doblegar ó torcer. Lamentablemente no es así.

Dios dice en su palabra, allí en Santiago 4:13:
"¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 4:14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 4:15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello"

Siempre contundente el Señor para adoctrinarnos, para recordarnos SU soberanía!.

Seamos árboles ú hombres, somos del bosque del Señor, y cuando miramos más allá de nuestra copa, el sol radiente de su Gracia nos inunda y la lluvia cristalina de sus bendiciones nos colma y llena de vida. En resumidas cuentas si Él no nos regalara de su providencia diaria, sin dudas las "raíces" de nuestro árbol se secarían y tan solo quedaría un tronco hueco y seco dentro de una cáscara vacía y sin vida. Es decir, no habría fruto posible que llevar, sino tan solo una expectante angustia de que el fin de la existencia aquí llegue de la forma más abrupta o más sobrecogedora que cualquiera se pueda imaginar.Pero Él siempre nos da abundantemente y sobrecolma nuestras necesidades y más aún nuestras expectativas.

Ahora, lo que nos sucede frecuentemente, es que no hechamos raíces profundas que nos sustenten, sino que tomamos superficialmente del alimento espiritual y nos debilitamos profundamente, agrietando nuestro interior con más y más fisuras. Siendo que Cristo es la vid, aquél que lleva consigo la savia que nos proporciona la vida...somos inexcusables!. Estamos unidos a Él y es ridículo tratar de pretender que sin Él podemos algo!.

Vuelvo a Santiago 4:15...el Señor ha querido darnos vida. Él ES la vida en sí misma. Si estamos de pie ó de rodillas en este mundo, es cuestión de Su soberanía. Cuándo morimos, cómo morimos, sólo Él en su omnisciencia lo conoce. Él es quien permite cada uno de los sucesos de nuestra vida, y tratar de comprender esto no tiene sentido alguno: Él es Dios, creador, omnipotente. Nosotros apenas somos su criatura, efímeros como la neblina, limitados en extremo, urgidos de su asistencia y guía. Aún asi Él nos "amó de tal forma..."

Talvez el error más frecuente que pudiéramos cometer muchos de los Hijos de Dios es estar muy preocupados por la muerte, cuando deberíamos poner todo nuestro empeño en ver cómo llevamos esta vida, que nos ha sido dada dos veces por cierto - naciendo al mundo primero,y naciendo del Espíritu luego, y tanto más importante aún el segundo nacimiento, ya que conlleva un renacer físico también - . Por supuesto, lo digo por mí mismo en primer lugar. El error. Los errores. La suma de ellos.

Volviendo a la naturaleza - marco de este escrito - la viña también es cierto tipo de árbol - ya que tiene tronco, vástago y hojas - , y hablando de éstos, de bósques y de naturaleza, he aquí Cantares 1:6  dice algo muy interesante: "...Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé." 

Más allá del contexto, el versículo en sí lo podríamos aplicar a tantas áreas de nuestras vidas!. No es así, amigo/a?. Qué he descuidado últimamente como Hijo de Dios en mi vida diaria?. Oro? leo? soy agradecido? dependo de Él? pongo todas mis cuestiones en sus manos? cuido aquello que me ha dado? si tengo familia ella está en primer lugar justo por debajo del Señor en mi órden de prioridades? me congrego? doy buen testimonio? PREDICO??.

Podría sin dudas hacer una lista interminable de aspectos respecto de "guardar" mi viña. Cada uno podría hacerlo. El punto es que, nunca podremos cuidar aquello que Él nos da a guardar, si no comenzamos por cuidar y guardar nuestras propias personas; frecuentemente, de quienes deberíamos cuidarnos y guardarnos...es de nosotros mismos!.

Todos recordamos el segundo grande mandamiento? ( "amarás a tu prójimo como a tí mismo" ). Seguro!. Pues bien...amigo/a, hermano/a, qué gran bendición amarte a tí mismo por ser un Hijo/a de Dios salvo por su Gracia y sostenido por su infinito Amor. Te das cuenta del valor inmenso que tienes?. Si es así, te permites recordar de forma contínua QUIÉN dió su preciosa vida por tí, por mi?. CRISTO. "El" árbol. "Él" bosque. "El" sol. El todo de esta vida. El autor de la vida, que ha entregado la suya - y con poder único, la ha vuelto a tomar -por pequeños arbustos como nosotros.


Él es la vid, nosotros los pámpanos...y ya sabemos, sin Él jamás podremos llevar fruto. Es bueno pensar que somos como arbolitos en este bosque del Señor...pero miremos al cielo en busca de su luz, que es la que nos da lo necesario para subsistir en medio de tanta oscuridad y maleza dañina. M.S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario